Documental que refleja como la cara de Dios puede ser modelada por la mano del hombre. La gubia de D. Luís Álvarez Duarte es captada en este reportaje dando
forma al que hoy día es el Señor del Polígono de San Pablo (Sevilla),
Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado. ¡No te lo pierdas!
Luís Álvarez Duarte
Sus primeros años de esta afición, vocación,
remiten a 1960, cuando el escultor tenía
10 años, pues nació el 22 de mayo de
1950 en la Huerta de los Granados, lo
que ahora es calle Venecia, tras el
colegio de la Trinidad. De chico le
llevaban mis padres al Colegio de los
Salesianos, a ver a la Esperanza y
también les pedía que lo llevaran a ver
a la Macarena, una de las imágenes de
sus amores.
En el año 1960, yendo
a comprar con su madre al mercado de la
Encarnación, al pasar por la calle
Jerónimo Hernández con la Casa de los
Artistas, en la Calle Viriato, por
entonces pasadizo diurno que se cerraba
por la noche, y allí había patios donde
vivían anticuarios, Ricardo Comas, el
pintor José Molleja con su estudio y, de
pronto, vió lo que sería el paraíso
terrenal de su vida, una puerta que daba
a un estudio pequeño, pero enorme de
arte, en el cual estaba Buiza
policromando una Inmaculada.
Desde entonces, vivía
deseando volver al estudio, haciendo
rabona para plantarse en el estudio de
Buiza. Como hemos dicho, por entonces
tenía 10 años. Así se plante una tarde
sin que le echara cuenta, otra tarde y
otra, serían unas 15 o 20, hasta que un
día le preguntó ¿tu qué es lo que
quieres?, y Luis le dijo a Francisco
Buiza: "Pues yo quiero entrar aquí
aunque sea a barrer, fregar pinceles o
lo que sea", mientras le temblaban las
piernas ante el maestro.
Entonces
le sentó en un banco (él estaba
policromando una Inmaculada para la
Sacramental de San Juan de la Palma), le
dio un palillo y le dijo: "¿tú eres
capaz de hacer las rallitas de moaré
como el forro de la talla? Y a pesar del
nerviosismo, Luis hizo las rallas
cronometradas. Aquel fue el día más
feliz de su vida, cuando el maestro le
dijo que podía ir de vez en cuando.
A el no le importaba
limpiarle los pájaros (eran 125), darles
de comer, o ir por alpiste a la
Encarnación, Álvarez Duarte estaba
encantado porque para él, el maestro era
como Dios. Conoció con el tiempo a otro
gran paisano de él, Antonio Eslava y en
una de las ocasiones que no estaba Buiza
le preguntó: "Niño, ¿tu estas tallando
ya y sabes lijar?", Luis le respondio
que sí.
Eslava le dijo que
tenía una serie de Macarenas pequeñitas
y que si él se las terminaba por 20
duros. Las terminó, tanto las manitas
como el moaré, pero cuando el maestro
vio las imágenes, le dijo: "Paisano,
estas rallitas no las has hecho tú, ha
sido el niño". Y efectivamente había
sido Luis, con lo que le echó a la
calle.
Pero no terminó ahí
la cosa, en este paréntesis, en el cual
el joven imaginero no podía ya estar sin
un taller, el hermano de un amigo le
dijo: "hay un escultor en el garaje el
paso que está haciendo una gran cantidad
de angelitos para la Hermandad de las
Penas de San Vicente" y se fui a verlo.
Era Rafael Barbero, un artista granadino
afincado en Sevilla impresionante.
Duarte
le explicó que había estado con Buiza y
que había visto sacar punto con la
maquina. Entonces le puso ha sacar de
punto Inmaculadas, Evangelistas,
angelotes, y haciendo el modelado de los
ropajes de los evangelistas de los
faldones de Las Penas, le mandó al
taller de Elena Caro, en la calle Jesús
del Gran Poder, con los moldes de las
carcasas para la seda de los ropajes de
los Evangelistas.
Como pasaba por el
taller de Buiza, y él lo llevaba en su
corazón, fue con los moldes de Barbero
al estudio y le dijo al maestro que
estaba con Barbero, diciéndole entonces
Buiza que tenía que volver con él. Le
convence y vuelve.
Antonio Zambrana
estaba allí con él policromando, al
igual que Jesús Santos, hijo de
Sebastián Santos, y empezó a sacar de
punto, tomando ya confianza el maestro
con Luis.
Cuando estaba
terminando Buiza el Cristo de la Sangre,
vino el accidente lamentable en el cual
el maestro se partió el femur,
terminando el policromado de la imagen
Jesús Santos y Duarte, ayudándole en lo
que podía, tallando ambos la Cruz en la
parte fuera del estudio. pudiéndose
terminar el Cristo y entregarse.
Fueron muchísimas
vivencias, a nivel personal y artístico,
incluso lamentablemente trabajar mucho
sin recompensa, teniendo que dejar fiado
para poder comprar comida en el mercado.
Duarte siempre pensó "esto no se tienen
que repetir jamás con ningún artista de
la escuela sevillana, todo el mundo
tiene que vivir bien".
Buiza
conocía perfectamente la cocina
auténtica de las Bellas Artes. De un
pigmento de nada molía con linazo y así
encarnaba el candelero de una Virgen o
sacaba de un cedro viejo aprovechaba
para sacar la cabeza de un Niño Jesús.
Tras tener varios contratos muy buenos y
Luis realizar la Virgen de Guadalupe
para Sevilla, se despegó un poco del
taller y, a pesar de su enfado, nunca
perdieron el contacto, ni siquiera
cuando marchó Luis Álvarez Duarte a
Italia, a la Escuela de Bellas Artes de
Roma y Florencia, de donde le trajo unas
escofinas de allí al maestro.
Un profesor de
Sevilla incluso puso una querella contra
Luis Ortega Bru, Buiza y Duarte por una
restauración, porque le dijerons que no
les había parecido bien la restauración
de una imagen, la cual ganaron. Lograron
que la imaginería fuera un oficio del
cual se pudiera vivir, "¿si un florista
vivía bien, por qué un imaginero que
deja su alma, el corazón y la vida
entera en la obra, no va a vivir?", dice
Duarte.
Aparte de esa huella
tan importante que le dejo Buiza y
Barbero, después estuvo en la Facultad
de Bellas Artes. Tras su estancia en
Madrid, estuvo por libre de oyente en la
Escuela de San Fernando y después tuvo
como profesores de restauración a los
hermanos Cruz Solis.
Por eso a los jóvenes
Luis les dice que antes de ir al estudio
a aprender, hay que empezar por los
cimientos, primero la facultad,
estudiando día a día, que él mismo sigue
aún estudiando, se aprende incluso de la
persona menos indicada, o de un
discípulo.
Logró tener su
estudio en el barrio del Museo y después
ya se trasladó a la cornisa del
Aljarafe, a Gines, donde día a día sigue
trabajando tanto en creatividad como en
restauración, aunque no puede aceptar
todo lo que le llega, e intentando dar
ejemplo en la pulcritud que hay que
tener en el dibujo y en la terminación,
no corriendo nunca, "porque es un legado
que hay que dejar para el día de mañana,
y hay que poner un granito de arena
renovando, dentro de lo que ya está
inventado".
Sevilla y toda
Andalucía le ha dado ese entusiasmo y
esa inyección de afición, y es que,
según comenta, "yo tenía que pagar de lo
a gusto que trabajo, porque cuando abro
las puertas de mi estudio, aparte de mi
familia, cuando más feliz me encuentro
es entre la madera, oliendo a cedro y
ciprés, pero siempre pensando en una
superación y teniendo un respeto enorme
a todos mis compañeros".
Sus obras (entre otras)
Dolores (San José
Obrero) 1962
Guadalupe (Las Aguas) 1966
Cristo de la Sed (1970)
Secundarias misterio Buen Fin (1972)
San Juan (Las Aguas) 1973
Patrocinio (El Cachorro) 1973
Centurión Sentencia (Macarena) 1978
Cautivo y Rescatado (San Pablo) 1988
Cinco Llagas (Trinidad) 2002
Guadalupe (Las Aguas) 1966
Cristo de la Sed (1970)
Secundarias misterio Buen Fin (1972)
San Juan (Las Aguas) 1973
Patrocinio (El Cachorro) 1973
Centurión Sentencia (Macarena) 1978
Cautivo y Rescatado (San Pablo) 1988
Cinco Llagas (Trinidad) 2002
Restauraciones
Cristo de la Salud
(Gitanos)
Tres Caidas y Esperanza (Triana)
Angustia (Estudiantes)
Colaboración con hermanos Cruz Solis en Gran Poder
Cristo de la Sed
Tres Caidas y Esperanza (Triana)
Angustia (Estudiantes)
Colaboración con hermanos Cruz Solis en Gran Poder
Cristo de la Sed
Proyectos
Misterio para las
Cinco Llagas (Trinidad)
Secundarias para Cautivo y Rescatado (San Pablo)
Secundarias para Cautivo y Rescatado (San Pablo)
Fuente: Luís Álvarez Duarte. Biografías, Conocer Sevilla, [en línea], [31/01/2016], http://www.conocersevilla.org/biografias/escultores/alvarezduarte/index.html