Mientras “Desamparo” de G.
Álvarez-Beigbeder suena en mi móvil de última generación, YouTube recomienda hacer
click sobre otro éxito del momento,
“Despacito” de Luis Fonsi y Daddy Yankee, durante el ensayo del Cautivo
de Marbella. Este hecho ha incendiado redes y
círculos cofrades, sin pensar que podría ser la premonición del sentido que
toma la música procesional y nuestra Semana Santa.
Afamados capataces utilizaron a finales del
s. XX pasodobles durante ensayos de costaleros, no siendo pocas las
composiciones que actualmente suenan con el mismo carácter. Generaciones pasadas vivieron la puesta en escena de bandas de cornetas y tambores con “Los
voluntarios” de G. Giménez y Bellido, mientas hoy los niños escuchan a su padre
tocar éxitos de Enrique Iglesias.
Nos escandalizamos ante hechos como este, sin embargo, el aficionado
aumenta su ego con obras de fácil aplauso, que dicen, gustan a todos. Composiciones sin referente, cargadas de
imperfecciones que son aceptadas y
catalogadas como “la evolución”. ¡Dios me salve! Sigamos pidiendo cadena
perpetua para estas mujeres de trono, pero mientras copla, flamenco o aires rocieros sigan invadiendo tierra santa, no podremos culparlas.
Dicho esto, me refugio en la primera mitad del s. XX, cuando
al paso de las cofradías sonaban éxitos de M. López Farfán o M. Font de
Anta. Años pasados que cambiarían sin pensarlo los que hoy denomino “cofrades
de otra época”.
Manuel Martín Díaz
Germán, ÁLVAREZ BEIGBEDER, Desamparo (1919)
Mujeres de trono, Cautivo de Marbella
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