Los
cofrades esperamos este tiempo litúrgico con una intensidad propia de cualquier
hermano que se sienta comprometido con su hermandad. El hermano mayor mima con
especial atención a sus hermanos, los miembros de junta trabajan para que todo esté listo el día de salida, y el
prioste demuestra su creatividad y buen hacer en sus funciones. Podría seguir con músicos, costaleros, etc. ya
que todo aquél que forma parte del cortejo debe
estar formado espiritualmente y conocer las reglas de su hermandad para
realizar estación de penitencia, pero desgraciadamente en Granada no todo es
así.
En
nuestra ciudad el “cofrade de Cuaresma” aparece a cuarenta días del Domingo de Ramos, no sabemos dónde se encuentra el resto del
año y por qué simpatiza a menudo con los
llamados “sacapasos”, término que rechazo por englobar al costalero cofrade y
creyente, libre de realizar estación de penitencia con distintas hermandades y que
defiendo incondicionalmente. Pero sigamos hablando de estos personajes fácilmente de reconocer. Al “cofrade de Cuaresma” se le distingue por
la emotividad en sus abrazos con hermanos que no recuerda su nombre, también
por esa opinión tan acertada en asuntos de los que no tiene ni idea, o por
creer ser el protagonista del grupo en el que se encuentra, pensaréis que no es
vuestro caso, lo que refuerza mi crítica. En el caso del “sacapasos” su estética lo anuncia. Esta especie adultera
la ropa del costalero, costal extravagante
y camiseta de culturista será su equipación, la cabeza bien alzada buscando el horizonte
más allá de la visera de su costal, demostrando grandes habilidades para cruzar
la multitud y llegar hasta su relevo.
A
pesar de ello, la Semana Santa granadina avanza extraordinariamente en las
últimas décadas, no sería justo pensar que todo gira alrededor del mundo
costalero. Cierto que ejerce gran influencia en la celebración, motivo por el
que la educación cofrade en las hermandades debe de ser impartida por hermanos de peso en las cofradías.