Algunos
cofrades granadinos echamos en falta de nuestra Semana Santa determinadas
corrientes estilísticas. Si pensamos que nuestra semana mayor ha evolucionado en
los últimos veinte años estamos en lo cierto, pero ¿qué entendemos por evolución?
¿Todas las hermandades han evolucionado en la misma línea en cuanto a estilo se
refiere? ¿Pensáis que algunas hermandades han adulterado su carácter original
para adaptarse a dicha evolución?
La
justificación granadina es en ocasiones un arte de lo absurdo. Me duelen los
oídos al escuchar tópicos como “debemos defender lo nuestro” o “esto no es
Sevilla”, rematando la expresión “que bonito” al sonar “Pasan los Campanilleros”
tras palios de cajón. Otro ejemplo lo encontramos en el fenómeno descomponedor de
la hermandad de “Los Gitanos” en el Paseo del Padre Manjón. Algo que parece de difícil
solución a primera vista. Eliminar esa marabunta no cofrade que se agolpa en
torno a la cofradía del Miércoles Santo de un plumazo es posible, pero no estoy
seguro de que se pretenda. Bastaría con
invertir el recorrido simplemente cuatro años, realizando un traslado de vuelta
a la Abadía al igual que se hace en la actualidad para alcanzar el Corazón de
Jesús. Pasados cuatros años, el Señor de los Gitanos decidiría.
Volviendo
a lo que nos ocupa, creo que en Granada existen demasiadas hermandades de “barrio”.
Los pasos de misterio parecen tener más claro la forma de andar y el repertorio
deseado para su titular, pero en los pasos de palio no ocurre lo mismo. En este
plano aparece la Banda y Unidad de Música Ángeles de Granada, imponiendo su
criterio musical para asesorar
acertadamente a las hermandades que acompañan, como sucede tras el palio de
Ntra. Señora de los Reyes o la Soledad de San Jerónimo.
El
gusto está en la variedad, echo en falta la personalidad que debería
caracterizar a cada paso de palio en nuestra ciudad. No puede sonar una de cal
y otra de arena según le apetezca al capataz o costalero oportuno en cada
momento. Tampoco creo que sea necesario aprobar en cabildo el repertorio para
nuestros titulares, pero sí nombrar a una persona preparada musicalmente y con
experiencia. El gusto es algo que difiere en lo personal, pero la preparación
musical es algo que se obtiene a conciencia, dejemos a los expertos que se
ocupen de ella, nuestra hermandad lo agradecerá.
Para
terminar, me gustaría relacionar esta evolución con las bandas de nuestra
ciudad. Si hacemos un balance general la mejoría es absoluta, bandas de música,
cornetas y tambores y agrupaciones musicales no tienen nada que ver con lo que
eran hace veinte años. Las armonías han cambiado y los músicos tienen un mayor
conocimiento de su instrumento y lenguaje musical, hasta aquí de acuerdo, pero echamos de menos sones puros de cornetas y tambores
detrás del evangelio. El sonido liso y estridente que anuncia la llegada del
Señor es el elemento por el que muchos cofrades lo identificábamos de niños, no
existía el flamenco ni los recursos armónicos en la música procesional del
Señor, la Semana Santa sonaba a Semana Santa, y esto es tan bonito que en
Granada lo hemos perdido.
Si
en Granada hubiese un misterio con andares y sones de antaño estaría aún más
enamorado de nuestra Semana Santa.