Por
fin a las cinco y media de la tarde la cruz de guía de la hermandad de la
Alhambra se planta en las calles de Granada. Una inmensa ovación se escucha en
el interior de la catedral, mientras el martillo de Ntra. Madre y Señora de la
Consolación reclama a sus costaleros.
En
la jornada de todo lo extraordinario se interpreta “Consolatrix
Aflictorum” de Juan Antonio Barros Jódar
para inaugurar la magna mariana de Granada, y con paso valiente, sobrio y
austero esta imagen cruza la multitud respetuosa. Dos años habían pasado desde
que sentía su grandeza en mi cerviz, de recoger la devoción que derrama María
en cada levantá, incluso, la solidaridad de mis compañeros en los momentos
complicados. Dos años es mucho tiempo para el creyente que reza debajo de los
pasos.
Lleno
de alegría el momento se acercaba, nuestra Patrona espera en las puertas de su
Basílica mientras el himno de los granadinos suena de fondo, cuadro acústico y
pictórico que perdurará en la memoria de los granadinos.
“la Virgen de las Angustias,
la que vive en la Carrera”
Otros
momentos que recordaré son el paso de
María Stma. de la Merced a los sones de “Valle de Sevilla” interpretada
por la BSM Ogíjares, o escuchar “Mi Amargura” por el Carmen de Salteras.
También “Margot” con la Banda del Maestro Dueñas fue un momento entrañable tras
María Stma. De la Misericordia. Podría seguir, pero creo que se ha entendido.
Sería
egoísta decir que todo fue maravilloso. El tiempo castigó al cofrade, la lluvia
y el frio se hicieron notar, el cambio de fecha y su temprana celebración claramente
no favoreció a nadie, incluso me atrevo a decir que en Córdoba o Jaén hubo más desplazamientos
desde toda Andalucía. Sin embargo, el cofrade granadino ha grabado en la memoria
su particular momento extraordinario, que sólo olvidará cuando el Señor lo
llame a su gloria.